La contaminación por plástico es uno de los problemas ambientales globales que más empeoró en los últimos años y que pone en riesgo nuestra propia salud.
Nuestro país no es la excepción: según los datos recopilados en el último realizado en el 2022, y como resultado del trabajo conjunto entre instituciones costeras en 16 localidades bonaerenses, los residuos plásticos y las colillas de cigarrillos continúan siendo uno de los mayores problemas en la costa atlántica argentina.
El Censo Provincial de Basura Costera Marina se realiza desde 2016. Esta edición cubrió un área total de 410.864 m2 y contó con la colaboración de alrededor de 20 organizaciones del tercer sector y la sociedad civil.
Los resultados
recopilados registraron un total de 35.741 residuos, de los cuales el 73,7% estuvo
constituido por plásticos, lo que indica una vez más que son los residuos más
abundantes de las costas.
Los tipos de contaminantes plásticos que más se encontraron fueron: colillas de cigarrillo (26,4%), fragmentos plásticos (17,3%), envoltorios plásticos (13,5%), bolsas plásticas (11,7%) y tapitas (5,1%).
Las colillas son un ítem que se repite todos los años entre los más abundantes. Diversos estudios indican que cada colilla puede contaminar entre 8 y 10 litros de agua del mar y hasta 50 litros si se trata de agua dulce. Este residuo está compuesto principalmente por acetato de celulosa, un material no biodegradable encargado de absorber las sustancias tóxicas del humo de tabaco, que puede tardar hasta 10 años en descomponerse y libera unas 15 mil fibras sintéticas al ambiente.
Los tipos de residuos de origen urbano encontrados en los
ambientes costeros de la Provincia de Buenos Aires difieren de aquellos que
contaminan las costas patagónicas: más del 50% de los residuos son producto de
la actividad pesquera. Los principales hallados en la Península Valdés
corresponden, en su mayoría, a cajones de pescado, sogas, redes, y varios tipos
de envases y embalajes plásticos vinculados con esta industria.
Se conoce como residuos marinos a cualquier material
persistente de fabricación humana y sólido, que es descargado o abandonado en
el medio marino y costero. Esta problemática se ve acentuada con motivo de las
toneladas diarias de basura que llegan a los mares a través de los sistemas de
drenaje urbanos (como las bocas de tormenta y los pluviales), la desembocadura
de los ríos y por la acción del viento que los traslada, sumado a lo que
directamente arrojan las personas en los ambientes costeros o la descarga desde
las embarcaciones. A su vez, el mar recoge los residuos durante la marea alta y
los transporta hacia otros sitios, que pueden no ser el origen de estos
residuos.
Al ser consumidos por los organismos marinos, estos contaminantes pasan a través de la red trófica llegando inclusive al ser humano. De esta manera, los seres humanos estamos consumiendo unos 5 gramos de microplásticos por semana a través de los alimentos, el agua y el aire; es decir, el equivalente al peso de una tarjeta de crédito. Esta afirmación proviene del estudio "Ningún plástico en la naturaleza: evaluación de la ingestión de plástico de la naturaleza a las personas" elaborado por la consultora Dalberg.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) la producción de plástico creció
exponencialmente desde 1950 llegando a los 322 millones de toneladas de
plástico en 2015. Según proyecciones de esa entidad, esa producción llegará a
los 600 millones de toneladas y superará las 1000 en 2050. Según el informe del Programa de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente, sin medidas urgentes, la cantidad de plástico
que llegará a los mares se triplicará en 20 años.